Mientras realizaba el Oficio de Lectura de este dia me recorde del Evangelio del domingo recienpasado, a propósito del deceo de Jesucristo: "Adorar al Padre en Espíritu y Verdad".
Ya el final del s. I e inicios del II, la Iglesia ve la necesidad de presentar la novedad del Señor y enseñar a sus hijos a vivir el Evangelio. El sacerdote Tertuliano, en una parte del Africa, Cartagena, defiende a los partidarios de la nueva religión, amenazados por ideas contrarias, originando preciosas catequesis con las que contamos varias catequesis conservadas en la actualidad. De estas catequesis hemos meditado una parte, muy breve, pero enriquecedora, donde se nos explica, desde aquellos años, la importancia de la oración. La foto acontinuación expresa uno de los momentos del Señor, mientras reza. Luego la explicacion sobre la importancia de la oración de Tertuliano.
"El Evangelio nos enseña qué es lo que pide el Señor: Llega la hora -dice- en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que busca. Nosotros somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en espíritu, ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada y agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía
¿Qué podrá negar Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de la verdad, si es él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos que demuestran su gran eficacia.
En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta de alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.
En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta de alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.
su finalidad es servir de sufragio a las almas de los difuntos, robustecer a los débiles, curar a los enfermos, liberar a los posesos, abrir las puertas de las cárceles, deshacer las ataduras de los inocentes. La oración sirve también para perdonar los pecados, para apartar las tentaciones, para hacer que cesen las persecuciones, para consolar a los abatidos, para deleitar a los magnánimos, para guiar a los peregrinos, para mitigar las tempestades, para impedir su actuación a los ladrones, para alimentar a los pobres, para llevar por buen camino a los ricos, para levantar a los caídos, para sostener a los que van a caer, para hacer que resistan los que están en pie." (Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la oración
(Cap. 28-29: CCL 1, 273-274)
(Cap. 28-29: CCL 1, 273-274)