He tenido la oportunidad de participar en la Santa Eucaristia del dia de ayer, sábado 23 de junio, llevada a cabo dentro de la Basílica de Santa María la Mayor, Roma, con ocación de acompañar a un amigo de curso del Agustinianum, uno de los cuales fue ordenado sacerdote. Se llama Tommaso. Fueron 6 presbíteros y 10 diáconos. Ver la alegria e ilusión de cada ordenando ayuda a revivir y renovar lo que un dia también se ha recibido. Iniciar el ministerio sacerdotal no deja de ser un nuevo impulso para la tarea apostólica en la Iglesia.
Luego de la imposición de manos, el momento de la vestición
Los neo-sacerdotes concelebrando
El P. Tommaso, distribuyendo la comunión
Aunque matenía esta alegria, emoción dentro de la celebración, por ver el inicio de estos jóvenes sacerdotes y diáconos, mantanía además los sentimientos de tristeza ante la noticia que se me ha hecho llegar del fallecimiento del querido P. Gonzalo Herrera, a quién, por las circunstancias, no pude conocerle mejor, mas que de oidas, su entrega y generosidad en la labor pastoral de la recien iniciada Diócesis de Sololá. Desde aquí no haré otra cosa más que pedirle a Dios Omnipotente, reconocer el esguerzo, entrega y generosidad del P. Gonzalo en la Iglesia del Señor. Gracias P. Gonzalo por hacernos ver que es posible ser fiel hasta la muerte en la Vocación Sacerdotal. ¡Requiescat in pace!
Descansa en paz, en el Templo de la Virgen del Pilar, Zaragoza Chimaltenango, como fue su último deseo. Lo recordaremos siempre, Dios lo tenga en su Santa Gloria.
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